San Andrés de Teixido

San Andrés de Teixido



 Reza una de las muchas leyendas que envuelven a San Andrés de Teixido que allí acabará yendo una vez muerto el que no hubiese ido en vida. Aunque en esta ocasión, como alma en pena o reencarnado en algún tipo de insecto. Así se lo habría prometido Jesucristo al Apóstol y, quizás por ello, el lugar en el que descansa su santuario se haya convertido en el segundo mayor centro de peregrinación de Galicia, sólo superado por Santiago de Compostela.
Es San Andrés de Teixido una tierra mágica en la que confluyen tradición, fervor, religión y misticismo. A sólo doce kilómetros del centro urbano de Cedeira, pareciera que uno se adentra en un mundo donde el reloj se ha parado hace muchos siglos atrás. Un lugar para visitar y regresar, emplazado en la Sierra de la Capelada, resguardado en un pequeño valle al borde del Oceáno Atlántico, encajado en los acantilados más altos de Europa. Y embuido por el misterio. Desde su mismo nombre, que recibe por la abundancia de tejos en el entorno. El árbol mágico de los druidas, sagrado para celtas y germanos y asociado a lo largo de la historia a la vida y a la muerte. Un pequeño rincón, casi en el Fin del Mundo, que alberga un sencillo santuario en torno al que se ubican apenas una treintena de viviendas, singulares por su estética que, a su vez, toman del propio templo. Pintadas de un blanco brillante y con piedras a la vista, unas sí otras no. En un paraje natural casi salvaje y sin embargo, durante todo el año, día tras día, mantiene vivo el poder de atraer la atención de cientos de personas llegadas de todas partes del mundo. Ese del que parece ser ajeno.
Siguiendo con las leyendas, a esos mismos acantilados a los que mira San Andrés de Teixido habría llegado en su barca el Apóstol Andrés hace casi dos mil años y, a consecuencia de la intensa bruma que habitualmente forma parte del paisaje y la nula visibilidad, su embarcación habría volcado en las rocas, quedando convertida en piedra.
Piedra como la que deben portar y arrojar al camino los romeiros que tengan como destino San Andrés. Piedras que a lo largo de los siglos han formado los conocidos "milladoiros". Y es que se dice que en el Juicio Final hablarán y dirán quién cumplió con la promesa de acudir al Santuario. Un austero templo del siglo XII, ya presente en la literatura del Padre Sarmiento, en el que es tradición que los fieles depositen velas, especialmente en forma de una parte del cuerpo, aquella que desean sanar. Como tampoco resulta extraño apreciar junto al altar objetos personales e imágenes de romeiros que, sin duda, desean recibir alguna concesión por parte del santo.
Pero para tener la certeza de que el deseo se hará realidad es necesario cumplir con otra de las tradiciones que perviven en San Andrés. Arrojar a la fuente de los Tres Caños, de finales del siglo XVIII, una miga de pan. En caso de que esta se mantenga a flote, el santo será benevolente, no así si por la contra se hunde en el agua. Aquel que, vuelven a decir las leyendas, brota de un manantial cuyo origen se encuentra bajo el altar del mismo templo.
En uno u otro caso, el peregrino aún podrá atraer la fortuna con los sanandreses. Convertidos hoy en día en auténticos amuletos, están elaborados con miga de pan sin fermentar, horneada y coloreada por los artesanos de Teixido. Sus cinco formas representan motivos vinculados a San Andrés, como la mano, la barca o el pescado.En uno u otro caso, el peregrino aún podrá atraer la fortuna con los sanandreses. Convertidos hoy en día en auténticos amuletos, están elaborados con miga de pan sin fermentar, horneada y coloreada por los artesanos de Teixido. Sus cinco formas representan motivos vinculados a San Andrés, como la mano, la barca o el pescado.
No es el único símbolo de la buena fortuna que guarda para el romeiro San Andrés. Durante siglos, la tradición oral también ha conferido propiedades mágicas a una peculiar planta que brota en los alrededores del santuario. Conocida como Herba de Namorar, se dice que con ella y una pizca de fe cualquier problema amoroso puede tener solución.
Actos de fe, realidades o incluso ambas cosas. Lo cierto es que constituyen la esencia de San Andrés de Teixido. Una tierra para sentir... Un lugar que en sí mismo ya es de leyenda. Y que siempre te espera. De vivo o de muerto.

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